jueves, 20 de enero de 2011

El gran escape

Imagina que tienes todo y no te hace falta nada en lo material. La gente te conoce y te respeta. La vida se te entrega en bandeja de plata, y tú no abres la boca. ¿Para qué?, ¿qué sentido tendría? Lo tienes todo, ¿o no? Sí, pero te encuentras solo. Ahora, ¿cómo haces para hallar a quién te complementa? Bob y Charlotte tuvieron este problema.
Bob es un actor maduro, con una carrera ya a ritmo semilento y un matrimonio que ya resiente la rutina. La gente lo podría ver en el cine y no se imaginaría lo que he dicho. Charlotte es una chica recien casada con un fotógrafo profesional adicto a su trabajo de retratar artistas. La mayoría del tiempo se la pasa a solas y con una bestia rondandole la cabeza a manera de pregunta: ¿con quién me casé? Ella es una chica muy linda. De seguro la que gente que la ve en la calle no sospecha que tiene pavor por lo que vendrá. Pero los dos se encuentran en Tokio, sin hablar el idioma y buscando escapar a sus respectivas vidas.
Sofia Coppola nos narra la travesía de estos dos perdidos. ¿Son pareja? ¿Son amigos? Bill Murray interpreta a Bob Harris, el actor (con semblante desencantado y kimono verde incluido) que parte al otro lado del mundo para filmar un comercial, mientras encuentra su motivo vital en Scarlett Johansson que interpreta a Charlotte. Ambos se acompañan en juergas japonesas, paseos en taxis, avenidas repletas de gente, hospitales, bares de karaoke y habitaciones de hotel. Me asombra la atmósfera que desprende la música. De hecho es un personaje más. La historia de alguna manera esta basada en el matrimonio que Sofia Coppola tuvo con Spike Jonze, otro gran cineasta.
Te engancha desde que abre con el trasero de Scarlett en unas bragas transparentes (que al principio no quería usar, pero accedió al ver que la misma directora se las puso) hasta que cierra con ese abrazo entre la multitud de Bob y Charlotte, cuando éste le susurra unas palabras al oído. ¿Qué le habrá dicho?

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