sábado, 29 de enero de 2011

Brevísima y errática antología de Fernando Pessoa (1888-1935)

Ésta es la historia: hace muchos años, mucho después de haber sido estudiante de la universidad, entré en la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras. De pronto me sentí en mi elemento y empecé a mover libros para saber lo que guardaban. En alguno de ellos fue que encontré varios poemas de Pessoa. Maravillado, quisé guardar un registro de mi hallazgo. Lástima, no servía la copiadora, o estaba prohibido hacerlo, no recuerdo exactamente. Así que comencé a apuntar lo que podía y más me gustaba. Llené una hoja con varios versos en desorden y muchas frases que me parecieron fantásticas.

No era la primera vez que sabía del poeta portugués. Ya lo había descubierto en el 2000, cuando comencé a frecuentar el taller de poesía de Saúl Ibargoyen. Así inicié el rastro de aquél personaje fantasmagórico, escindido en varias voces que daban forma al Drama em gente que sólo él podía visualizar.

Esa hoja perfectamente doblada y cuidada sobrevivió todas mis tormentas emocionales que sufrí desde entonces. No sé qué la hizo resistir dos mudanzas y permanecer en mi archivo. La releo y me hace meditar muy seriamente en las verdades que vienen escritas ahí.

Varias veces pensé pegar esos poemas aquí, pero por alguna razón otra cosas era más importante. Pero la espera terminó. Quiero incluir ese breviario para que la persona que los lea experimenten la desesperación, la furia y el desconcierto que tiene la poesía de Pessoa, ése místico ateo, monarquíco democráta, intelectual sensible. Babel confusa y redimida en un solo hombre.

Lamentablemente no tuve el cuidado de anotar a qué heterónimo pertenecían los versos que recabé. Por lo que sé pudieron salir de Ricardo Reis o de Álvaro de Campos, pero eso sería especular. Tuve la intención de jugar con el orden que tenían, incluso me propusé a recrear lo que estaba escrito para hacer un poema nuevo del mismo autor, pero me convencí que era diluír y hasta traicionar lo que se dejó guardado en aquél mítico baúl que conservo toda esta mostruosa obra. Dejo a otros la oportunidad de intentar ese juego poético después de publicar lo siguiente.

1

Empiezo a conocerme. No existo. Soy el intervalo entre lo que deseo ser y los demás me hicieron, o la mitad de ese intervalo, porque además hay vida... Soy esto, en fin. Apaga la luz, cierra la puerta y deja de hacer ruido de zapatillas en el pasillo. Quede sólo yo en el cuarto con el gran sosiego de mí mismo. Es un universo barato.

2

Descalabro hecho de ocio y estrellas... Nada más... Harto... ¡Arre!.. Todo el misterio del mundo ha entrado en mi vida económica. ¡Basta! Lo que quisiera ser, y nunca seré, me estropea las calles. Pero, bueno, ¿es que esto no se acaba? ¿Es el destino? Sí, es mi destino distribuido entre mis logros en la basura y mis propósitos al borde de la carretera -mis logros rasgados por niños mis propósitos meados por mendigos, y toda mi alma una toalla sucia deslizada hasta el suelo.

3

Horror del son del reloj por la noche en el comedor de una casa de pueblo -toda la monotonía y la fatalidad del tiempo...

Súbito horror del entierro que pasa y arranca la máscara de todas las esperanzas. Ahí..., ahí va la conclusión. Ahí, cerrado y sellado, ahí, bajo el plomo lacrado y con cal en el rostro, va, qué pena, va, como nosotros, va el que sintió como nosotros, ¡va el nosotros! Ahí, bajo una sábana cruda y horrible cual bóveda de cárcel, ahí, ahí, ahí... ¿Y yo?

4

El mito es la nada que lo es todo... Mi ser vive en la Noche y el Deseo, mi alma es un recuerdo que hay en mí.

El ritmo antiguo que hay en pies descalzos.

Las palabras son para mí cuerpos tocables, sirenas visibles, sensualidades incorporadas. Sueños, sistemas, mitos, ideales... Viven en nosotros innúmeros..

Nada existe, no existe la realidad; sólo la sensación.

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