jueves, 14 de julio de 2011

CIUDADES de Eduardo Lizalde

Qué extraños somos.
Siempre ciudades defendidas.
Bien defendidas siempre.
Ciudades extranjeras
de habitantes nativos.
Heridas por el cólera antiguo,
las pestes venideras.

Al asalto perpetuo preparados
con el aceite hirviendo en las murallas
o las escalas puestas para el abordaje.

Ciudades desterradas hacia su corazón.
Ciudades con la ciudad por cárcel.

Las torres enemigas, las almenas mordientes.
Páramos de carne.
Ciudades solas,
no conquistadas nunca.

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